Bienvenid@s

Este espacio ha sido creado para aquellos que no conozcan el motivo por el cual decidí emprender Mi lucha contra la usura. Se hizo una recopilación de los primeros textos publicados hace cuatro años y se les ofrecen para que, si alguien no los ha leído, puedan saber cuál fue el origen de todo, ya que mucho se ha dicho sobre que mi identidad es ficticia, que no soy deudora o incluso que alguien me paga para que ataque a los bancos.
Sobre todo, este espacio se ha creado para que si alguna persona vive acechada por algún prestamista, tenga algunas herramientas para defenderse.


La forma de leer la totalidad de los artículos es la siguiente:

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Espero que lo aquí escrito le sirva a muchas personas para no vivir una situación similar.

Mar Morales

El caso de Ana y los golpes bajos de la usurera


Un día nos encontramos con una terrible noticia: una mujer, conocida de nosotras, había sido detenida acusada de haber cometido fraude en "agravio" de la misma usurera que conocíamos. Cuando me lo dijeron me sonó un poco a eso de "te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro". Yo en esos momentos no estaba en mi casa, de hecho no estaba en la ciudad pero esos motivos me los reservo para más adelante.
La mujer de la que hablaré, a la que llamaré "Ana", había contraído una deuda por 40 mil pesos con estas personas y, al igual que yo, había estando pagando sus brutales intereses por espacio de un año, habiendo liquidado igual el monto del préstamo sin haber recibido el pagaré. La historia no me la sabía bien pero me dediqué a averiguarla.
Como no recibió a cambio del dinero el pagaré, Ana se enojó muchísimo y le gritó hasta de qué se iba a morir a la usurera, quien de inmediato le llamó a su abogado patito para que iniciara un demanda en su contra.
Yo estaba con la boca abierta. ¿Cómo era posible que llegara a esos extremos? Y sobre todo, ¿bajo qué argumento la había demandado?
Resumiré los datos de esta historia para no hacerla más cansada, pero eso no le quita el tinte de terror. El abogado le pidió a la usurera la cantidad de 70 mil pesos para meterla lo más pronto posible a la cárcel, evidentemente, comprando a la justicia.
Se supone que si tú eres demandado por lo menos eres avisado para que te presentes y expongas tu situación, pruebas y todo lo necesario que te ayude en tu defensa, pero en este caso, con el dinero que recibió el transa ese, compró al secretario de acuerdos, le "embarró la mano" a los ministeriales que fueron a detenerla y le armó muy bien todo el mitote.
Ana fue acusada de fraude en agravio del patrimonio de la agiotista, quien obviamente no dijo que le cobraba esos intereses brutales ni que le prestaba dinero por negocio, sino argumentó que como era su amiga, se lo había prestado de "buena fe" al tener la otra un grave problema familiar que no podía resolver de inmediato.
Insisto: no sé dónde andan los encargados de impartir la justicia. Obviamente la usurera no le estaba cobrando los 40 mil pesos, le estaba cobrando 150 mil pesos más costos del juicio más honorarios del abogado.
Este era el segundo caso del que me enteraba en que un usurero demandaba a una persona para cobrar su dinero a la mala y empezaba realmente a preocuparme, pero sobre todo a enojarme y a darme cuenta de que los tratos "de palabra" no funcionan en absoluto y que, desgraciadamente, ellos tenían un pagaré firmado por mí en su poder.
Indagué por todos lados cómo seguía el curso de esto. Supe que Ana, tras ser detenida, contrademandó a la usurera y salió libre bajo fianza. Supe también que se armó un pleitazo porque obviamente la agiotista y el malandrín del marido no se iban a quedar de brazos cruzados y andaban a la compra de testigos para poder sustentar que habían sido víctimas de fraude y que Ana no tenía forma de probar que ellos eran los delincuentes.
Ana, en efecto, no tenía un solo papel de recibido, un solo testimonio con qué desmentir a estas gentes que estaban como buitres sobre ella. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iban a demostrar ellos que habían sido defraudados? Tenía que estar muy al pendiente de esta historia porque de eso dependía cómo me iba a defender yo, cómo iba a salir de este problema sin tener que vivir lo mismo que Ana. Y estuve al pendiente, me dediqué con calma a indagar...

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