Cuando al fin llegó el momento que tuve en mis manos los veinte mil pesos habían pasado dos semanas y media desde la última vez que vi al usurero. Ya hasta empezaba a acostumbrarme a su ausencia.
Llegué con el dinero en la bolsa y dispuesta a negociar hasta el último peso, sin embargo, tenía miedo. El saber que iba sola, a casa de un hombre que adolecía de una terrible voracidad, no me hacía mucha gracia. Pero no me quedaba de otra, debía hacerlo. Y hacerlo YA.
Le dije que había conseguido 20 mil pesos, que lo aceptara para cubrir el total del capital y que los cinco restantes, lo tomara como interés. Que lo justo era negociarlo ya que le había pagado 11250.00 más los últimos 3000.00, me daban un total de 14250.00. Si sumamos lo que llevaba en la bolsa (20 mil), daban un total de 34250.00, por una deuda de 15,000, era ya un abuso.
Cuando supo que tenía en mi poder el dinero, me vio pensativo. "Espérame un rato", me dijo y subió las escaleras de su casa dejándome sola a mitad de la sala. Algo en mi interior me decía que debía marcharme en ese preciso momento y no regresar nunca, pero la lucha interna desatada en mí me ataba a ese sillón, en espera de cubrir la deuda y acabar de una vez por todas con esa pesadilla.
Y es que te pasan mil cosas por la cabeza. Sabes que cometiste un error y hay que enmendarlo, total, dinero no es más que dinero y algún día podría volver a tenerlo aunque tuviera que trabajar día y noche.
Llegó minutos después con unos papeles. Eran el pagaré y el "contrato" que firmas para poder obtener el préstamo. Respiré, "sí me los va a dar" saldré corriendo de aquí a armar una fiesta, estoy libre..."....
Nada más lejano a la realidad. Me dijo que estaban cumpliéndose los seis meses de plazo para liquidar la deuda, y que, como tenía atrasos en los pagos, ésta no había concluido, que le debía 16 mil de puro interés y que si me aceptaba los veinte mil tenía que sería a cuenta del capital, pero como ya había "rebasado" el límite de tiempo, el interés subiría y la deuda se incrementaría un "poquito" más.
No lo podía creer. Este sujeto me tiene maniatada, cree que lo voy a mantener de por vida... ¿qué voy a hacer?
"Bien puedo darme a la fuga" pensé por un momento, pero había otro inconveniente: el pagaré tenía un aval, mi mejor amiga Laura, que tendría que lidiar con el problema si yo no respondía. Con ella tenía que consultarlo. Quizá entre las dos pensáramos qué hacer. Esto se había complicado mucho, mucho más de lo que debía ser....
No hay comentarios:
Publicar un comentario